EUROPA PROHíBIRá EN BREVE LA PURPURINA Y OTROS COSMéTICOS

Los microplásticos son un problema de primer orden que amenaza el medio ambiente y tiene efectos negativos sobre la salud humana. Prueba de ello es una investigación internacional publicada en PLOS ONE que revela que desde 2005 se ha producido un aumento rápido y sin precedentes de plásticos en los océanos. Según el estudio, se calcula que en 2019 flotaban en los océanos entre 82 y 358 billones de partículas de plástico, principalmente microplásticos, que pesarían entre 1,1 y 4,9 millones de toneladas.

El problema es de tal envergadura que las autoridades pertinentes están dando pasos para hacer frente ello. Ejemplo de ello es la decisión de la Comisión Europea que prohibirá la venta en toda la Unión Europea de muchos productos que contengan microplásticos como la purpurina; cosméticos con purpurina y exfoliantes con microesferas; detergentes, suavizantes, juguetes, medicamentos, productos sanitarios, relleno granular usado en superficies deportivas sintéticas y otros muchos productos con microplásticos añadidos que se van liberando en el ambiente y entran en el organismo a medida que los vamos utilizando. Con esta norma se prevé que se dejarán de liberar medio millón de toneladas de microplásticos.

El plástico, un material versátil y de larga duración que se utiliza desde hace décadas en infinidad de productos, es capaz de descomponerse en nanopartículas, partículas diminutas, y entrar con facilidad en nuestra cadena alimentaria.

Está presente en el agua que bebemos, la comida que ingerimos, el aire que respiramos... Los microplásticos y nanoplásticos se cuelan en nuestro organismo y pueden llegar a alterar nuestro metabolismo.

Hasta ahora se habían encontrado restos de plásticos en el estómago de tiburones o pingüinos; también en heces humanas y en la placenta. Ahora, por primera vez un estudio ha demostrado que estas partículas diminutas también pueden circular por la sangre, con lo que pueden llegar a cualquier rincón el organismo.

Los microplásticos circulan por la sangre

Un estudio de la Universidad Libre de Ámsterdam, liderado por las investigadoras Heather Leslie y Marja Lamoree, ha descubierto por primera vez partículas de plástico en sangre humana.

El equipo de investigadores analizó la sangre de 22 donantes anónimos y descubrió que el 80% tenía partículas de plástico en sangre.

La concentración de plástico en la sangre ascendía a una media de 1,6 microgramos por mililitro, lo que es comparable a una cucharadita de plástico en 1.000 litros de agua (diez bañeras grandes). Ahora, el siguiente paso es saber si estas partículas pasan a los tejidos y a órganos como el cerebro.

"La gran pregunta es ¿qué está pasando en nuestro cuerpo? ¿Se retienen las partículas en el cuerpo? ¿Son transportados a ciertos órganos? ¿Y estos niveles son lo suficientemente altos como para desencadenar la enfermedad? Necesitamos urgentemente financiar más investigaciones para poder averiguarlo", ha declarado a The Guardian el también autor del estudo Dick Vethaak, ecotoxicólogo de la Universidad Libre de Ámsterdam.

Comemos plástico a través de los alimentos

De promedio, unos 5 gramos de partículas de plástico entran en nuestro aparato digestivo por semana a través de los alimentos. Es el peso de una tarjeta de crédito.

Numerosos estudios están investigando si los microplásticos y los nanoplásticos ingeridos representan un riesgo para la salud, pero hasta la fecha se desconoce en gran medida.

Los nanoplásticos son partículas de plástico que tienen un tamaño inferior a 0,001 milímetros, mientras que los microplásticos, de 0,001 a 5 milímetros, son hasta cierto punto todavía visibles a simple vista.

Cómo puede afectar a la salud los microplásticos que comemos

Una revisión de estudios de la Universidad de Viena publicado en la revista Exposure & Health ha analizado toda la evidencia científica que hay sobre el tema. Estas han sido sus conclusiones:

Se ha demostrado que las partículas de plástico ingeridas a través de los alimentos pasan por el tracto gastrointestinal y provocan cambios en la composición del microbioma intestinal.

Además de los efectos sobre el microbioma intestinal, también se ha visto que los microplásticos se absorben a través del tejido intestinal y favorecen la inflamación. De hecho, los nanoplásticos en particular están asociados con procesos bioquímicos que están involucrados de manera crucial en el inicio del cáncer.

Las partículas de plástico no solo se introducen en el cuerpo a través de los alimentos. La bebida también juega un papel importante. Según otro estudio incluido en esta revisión, cualquiera que beba de 1,5 a 2 litros de agua al día de botellas de plástico ingiere unas 90.000 partículas de plástico al año solo de esta forma.

Sin embargo, quienes eligen agua del grifo pueden, dependiendo de su ubicación geográfica, reducir la cantidad ingerida a 40.000 partículas de plástico.

Se ha demostrado que el plástico de las botellas PET (tereftalato de polietileno) utilizado para envasar agua mineral contiene xenohormonas (sustancias que actúan como una hormona o una anti-hormona) que afectan a la actividad de los estrógenos aumentado el riesgo de tumores como el de mama.

Estudios en peces extrapolables a humanos

Otro estudio de revisión liderado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y el CREAF publicado en Science Bulletin también corrobora que los nanoplásticos afectan a la composición, diversidad y función del microbioma intestinal, tanto en vertebrados como invertebrados.

Y cuando se modifica la composición de ese conjunto de bacterias que conforman el microbioma intestinal por la exposición continuada a nanoplásticos, surgen alteraciones en los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso.

Tradicionalmente, los efectos sobre la salud de la exposición a nanoplásticos se han estudiado en especies acuáticas. Mediante análisis in vitro se han podido analizar los cambios provocados por los nanoplásticos en la expresión genética de peces y mamíferos.

Sin embargo, los investigadores apuntan que los resultados obtenidos en estos estudios van más allá de las especies marinas. La mayoría de vías neurológicas, endocrinas e inmunológicas de estos vertebrados son muy similares a las humanas, por lo que los autores alertan de que algunos de los efectos observados en peces podrían aplicarse también a los humanos.

Determinar de manera precisa la cantidad y tipologías de nanoplásticos diseminados en el medio es fundamental. Por ello los investigadores remarcan no solo la necesidad de seguir estudiando los mecanismos y efectos concretos en seres humanos, sino también controlar la cantidad de nanoplásticos presentes en los distintos ecosistemas.

Mariana Teles, investigadora de la UAB, junto a otros investigadores como Josep Peñuelas, profesor del CSIC en el CREAF, insisten en que "el artículo no pretende generar alarmismo, pero sí busca advertir de que el plástico está presente en casi todo lo que nos rodea, no se degrada y nos exponemos a él de forma continua".

"En estos momentos, solo podemos especular sobre sus efectos a largo plazo en la salud humana, pero ya existen indicios de varios estudios que describen alteraciones hormonales e inmunes en peces expuestos a nanoplásticos que podrían aplicarse en humanos", advierte.

El estudio liderado por la UAB y el CREAF señala que los nanoplásticos entran en el cuerpo humano ingiriéndolos, inhalándolos o, raramente, a través del contacto con la piel.

Una vez ingeridos, hasta el 90% de los fragmentos de plástico son eliminados a través de las heces. Pero una parte se fragmentará en nanoplásticos que, por su pequeño tamaño y propiedades moleculares, son capaces de penetrar en las células y alterar el microbioma intestinal.

Según el estudio, estas serían las consecuencias para la salud:

  • Alteraciones en la absorción de nutrientes.
  • Reacciones inflamatorias en el revestimiento intestinal.
  • Cambios en la composición y funcionalidad del microbioma intestinal.
  • Efectos sobre el metabolismo y la capacidad de producir energía del cuerpo.
  • Por último, alteraciones en las respuestas inmunitarias.

En el artículo se alerta sobre la posibilidad de que una exposición a nanoplásticos a largo plazo, acumulada generación tras generación, pueda dar lugar a cambios hasta en el mismo genoma, como se ha observado en algunos animales.

Cómo reducir los microplásticos

La revisión de estudios de la UAB y el CREAF señala que se están probando diferentes técnicas para eliminar los nanoplásticos del agua (filtración, centrifugación, tratamientos de aguas pluviales...).

Los resultados están siendo buenos pero solo eliminan las partículas de plástico más grandes. Así pues, hasta la fecha no existe una solución eficaz para eliminar los nanoplásticos del ambiente.

¿Cómo resolver entonces el problema de la contaminación plástica? Los investigadores apuntan en dos sentidos:

  • Por un lado, deben cambiar nuestras rutinas a nivel individual. "El uso de productos más respetuosos con el medio ambiente y el aumento de las tasas de reciclaje son acciones importantes", asegura Mariana Teles.
  • Por otro, las autoridades deben promover acciones proambientales, desde dar beneficios fiscales a las empresas que reutilizan los plásticos como materia prima, hasta hacer pagar los envases y devolver el dinero al retornarlos.

Todos, administración y consumidores, deberíamos implicarnos en ello. Nos va la salud, tanto la nuestra como la del planeta.

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